La gente en general no cambiamos de opinión, sólo buscamos lugares para la confrontación o la refutación. No sé de qué sirve comentar, en serio, aunque yo también lo haga. [Juro que esta vez no lo he hecho, me sentía tan fuera de lugar allí que de no ser por Sebas de JNSP que, muy amablemente, me ofreció la posibilidad de aclarar lo escrito, me habría mantenido al margen] Muchas veces tenemos tantas ganas de decir cosas, las que sean, que lo que dice el otro lo vemos como tiempo que te están robando para seguir escuchándote a ti mismo. Es como esa gente que va a los conciertos y se los pasa hablando. ¿Para qué prestar atención si la opinión la compraron con la entrada?
Pero estaba hablando de dinero. Qué vergüenza da pedir que te paguen al final del concierto, la verdad. Más que nada porque parece que lo que has hecho vale algo. Eso es como el chiste del mecánico que arregla un coche apretando un tornillo y pide 5 mil pesetas. "No, si el tornillo te lo he apretado gratis", responde al cliente. "Lo que cobro es saber qué tornillo era". Pues igual, yo tocaría gratis, pero ¿a quién le paso la factura del local? Más que nada porque es día 22 y aún le debo 70 euros al bajista de mi grupo. Qué cabrón el bajista, creo que está forrado.
